Garrigues, maestro de juristas y novelistas
No voy a ser yo quien descubra la talla de la figura de Joaquín Garrigues Diez-Cañavate, (1899-1983 ), fundador de la moderna Escuela de Derecho Mercantil, Catedrático y Abogado. Pero si pretendo en esta entrada rendir mi particular homenaje, reseñando lo dicho por él en los prólogos a sus principales obras jurídicas, para intentar descubrir la personalidad que en ellos trasluce, su concepción del Derecho y, en definitiva, de la vida.
Sin entrar a analizar las relaciones entre Derecho y literatura porque exceden del objeto de este blog, interesa traer a colación el testimonio del novelista Miguel Delibes acerca del Curso de Derecho Mercantil sobre el que afirmó:
“Usted no ignora que la raíz de mi literatura está en su Curso de Derecho Mercantil, que abordé por primera vez en los años 40, con el recelo que inspira de entrada esta materia, para acabar descubriendo en él la literatura, esto es, el arte de encadenar palabras con belleza y erudición, la exactitud del adjetivo, el ramalazo metafórico deslumbrante y eficaz. Hasta entonces yo no había sido un lector atento, sino un devorador de argumentos. La forma y la estructura literaria, la precisión de la palabra, el arte de escribir en suma -al margen de lo que se cuenta- lo encontré por vez primera en usted o, si lo prefiere, fue usted el primero que me hizo ver belleza y eficacia en la mera combinación de unos signos”
Bellas palabras del vallisoletano, escritas como disculpa por no aceptar la invitación que le hizo Don Joaquín a escribir un prólogo para una de las obras del jurista, pese a la amistad que les unía.
Pues bien, hecho este pórtico como señuelo para llamar su atención entremos en materia con el prólogo del Tratado de Derecho Mercantil, publicado en 1947 después de la Segunda Guerra mundial, (último al que he tenido acceso) en el que tras rechazar tanto el dogmatismo de la mera construcción de conceptos, como el analfabetismo jurídico de los que defienden la mera técnica sin bagaje doctrinal, recalca al final la que constituye, a su juicio, la labor del jurista:
“La aplicación de la Ley es una tarea modesta, sin pretensiones filosóficas. Pero sea quien fuere el intérprete, no podrá desprenderse en esa labor de su propio concepto del hombre y del misterio de su último destino, y en ese concepto en el que ha de fundar la idea de Justicia a la que debe plegarse toda técnica del Derecho.”
En el prólogo a Contratos Bancarios (1975) vuelve a traslucir esa preocupación por el carácter práctico del Derecho:
“Por ello, aspira también este libro más a dar soluciones que a formular conceptos académicos o a fabricar elegantes construcciones jurídicas . Una vez más hemos de insistir en que la labor del jurista no puede ser equiparada a la del químico en su laboratorio, ni a la del matemático en su gabinete
Su misión no consiste en descubrir nuevos conceptos, ni en formular construcciones inéditas. Su misión es hallar las normas que mejor se adapten a la realidad vital, dentro de la suprema aspiración hacia la Justicia, como última razón de ser del Derecho”
Y un poco antes:
“Olvidamos muchas veces que el Derecho es para la vida, para esta vida de ahora, no para la vida de hace mil años”
Por último, del “Curso de Derecho Mercantil” (publicado por vez primera en 1936, antes de la Guerra Civil española) al que se refería Miguel Delibes destacamos:
“La sentencia de nuestro Baltasar Gracián “vale más quintaesencias que fárragos” debe ser, a mí juicio, la norma ideal del profesor e impulsarle en el deseo de alcanzar la esencia de las cosas para escribir luego su quintaesencia. Suprimiendo en cuanto he podido lo inútil y farragoso quise hacer una obra de estilo concreto y directo, sin adornos literarios, ni indecisión de doctrina, ni abandono de la idea a la corriente fácil de las palabras”.
He tenido a la vista el Tratado de Derecho Mercantil que consulté ayer en la Biblioteca de San Miguel de los Reyes de Valencia, inspirador de esta entrada: el Curso de Derecho Mercantil en su cuarta edición de 1962, propiedad de mi padre, profusamente subrayada de su época de estudiante de la carrera, (al contrario que a Miguel Delibes, no he encontrado la raíz de mi literatura, aunque sí inagotables ratos de entretenimiento con su lectura) y el “Contratos bancarios”.
Un trabajo extraordinario. Por fin un blog jurídico de gran calidad e interés
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